domingo, 19 de julio de 2015

El alquimista de los colores

A veces es un azul reflejado, pentahidratado
otras veces es un marrón seco, polvoriento
a veces es un verde pistacho, metalizado
¿o tal vez un zarcillo de sombras carmesíes?

A veces fue de un ámbar oxidado
o atisbos de plomos tormentosos
y blancos espumosos, enrabietados
sobre las olas de un poseidón enfurecido.

A veces es un violeta antinatural
y otras cobrizo como el respingo de una rosa.
Y muchas veces negro como una noche cerrada
o un flash cegador que te envuelve entero.

Intenso como un amargo ébano
y confuso como un arcoiris de sabores.
Soy el alquimista de los colores,
y nunca nadie es profeta en su tierra.

Nadie es profeta en su tierra.

No puedo destilarte. Es como si el río se hubiese secado y sólo quedase un cauce seco y sordo, en el cual hasta los peces se han ido. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago? Es la pregunta que me hago constantemente mientras siento que corro hacia adelante, sin rumbo ni sentido aparente. Y si existe ese rumbo, no le encuentro explicación alguna.

Y no paro de dar lecciones, de sonreír cuando está ese río seco, ese cauce polvoriento, pedregoso y sordo. Y todos dicen que ese río era precioso, que su cauce era profundo y ancho, pero nadie, nadie, es profeta en su tierra. 

Y de mientras tanto, el cauce sigue seco y sordo. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Alquimia

Así, con un susurro
ardiendo en mi ataúd gélido,
aquí, no te digo adíós.

Así, en silencio
mis ojos clavados en silencio
aquí, sonrío al verte.

Así, una curva línea roja
centinela de mis sueños rotos
aquí, aguanto con frialdad.

Así, una doncella de hielo
albergue de polvo de diamantes
aquí, sólo siento pesadez.

Así, encerrado y enterrado
transmuto del plomo al oro
aquí, sonríes levemente.

Aquí, crisol de un rubí sanguíneo 
áureo sarcófago de promesas caídas
así, espero un nuevo amanecer.