martes, 21 de abril de 2015

Apagado entre violetas

Ya no vive el sol por tu presencia
no calienta la noche con su encanto
no enfría el alba con su aparición
ya no vive el alma por tu sueño.

Ya no muere el sueño por tus ojos
no siente el aguijón mortal de tu dureza
Ya no escancia fuego o hielo en cálices
ni liban de ella ociosos los hados.

Fin de un verano que todos añoran
intenso cual negro que ilumina al blanco
Ya no huye el lobo de gris pelaje
pero tampoco está ya, desafiante.

Ya no huye la luna por tu mirada
ni gira alrededor de tu estancia
simplemente baila, mas no aterrada
de un añil fúnebre se hace aliada.

Argéntea frialdad que tu piel refleja
que apenas despierta volcán alguno
entre tus aristas derramé mi alma escarlata
devuelta entre púas de esmeraldas.

Ya no seré yo el amado rubí goteante
ni siquiera el blanco impoluto inviolado
Seré el índigo, el violeta hiriente
 la estrella que tu piel ha quemado.