martes, 4 de febrero de 2014

Carta a un corazón.


Una hora cualquiera de un día cualquiera
Un lugar cualquiera

Te diría “querido”, pero el encargado de querer eres tú, así que lo dejaremos así:

Seguro que sientes un siniestro placer al leer estas líneas. Y nunca te cansas, por ti estarías funcionando todo el santo día y toda la maldita noche. Hasta en sueños hablas, siempre reivindicando, siempre pidiendo y siempre ofreciéndote.

Eres un caprichoso, y lo peor de todo es que lo sabes. Transformas miradas a tu antojo. Por no hablar de ritmos cardiacos, que tan pronto nos haces acelerar (y a algunos nos haces temblar), como enlenteces todas las situaciones y hasta el río más rápido lo vuelves un lento devenir de calma chicha, como cristales en un conducto de plomo fundido. Esas hormiguitas que tan mal nos sientan a todos, sí, tú eres el responsable. Y sólo tienes que decir una cosa. “Ésa”. Y ya lo empiezas a revolver todo.

Pero realmente no eres mala gente, solo eres un absoluto suicida. Da igual lo difícil que sea, si tu propósito es bueno, te tiras contra un pelotón de fusilamiento a pecho descubierto. Y luego... bueno, sabemos lo que pasa. ¡Que lo vuelves a hacer! Da igual que siempre te aconsejemos prudencia, te tiras a lo loco, venga, ¡otra vez!

Pero hay que conocerte, hay que saber cómo funcionas, y ahora, y últimamente, te comprendo más de lo que otros te comprenderán algún día. Lo peor de todo es que para poder tener una vida medianamente normal, hay que entenderte. Si cada pregunta tuviese una respuesta fácil y sencilla, si cada pregunta no crease otra peor de responder... serías un lujazo como corazoncito.

Pero la vida es así, ¿verdad? Eres como un niño caprichoso en una tienda llena de golosinas, “quiero éste”. Sólo que lo que tú quieres es alguien como tú, que escuche y que entienda. Que no se eche hacia atrás.

Eso es lo que tú entiendes. Quieres a alguien que sea como tú. Niño y golosina a la vez. Y te lo digo otra vez, ¡protégete! Ponte un pequeño escudo delante, y no te tires tan a lo suicida, porque el que lo pasa mal a la larga no eres tú solo.

Pero haces falta. Tú y más de los tuyos. Necesitáis ser escuchados. Necesitáis expresaros más y mejor, y tal vez, y sólo tal vez así se lograse hacer un mundo mejor. Si no te tirases tan a la ligera a lo suicida, hasta me caerías bien. “Ideales”. Tal vez hagan falta en este mundo dejado de las botas de dioses sordos.

De momento, lo único que puedo hacer es soportar tus chiquilladas. Recibe un saludo cordial, ya sabes que las emociones no son lo mío.




Alguien

No hay comentarios:

Publicar un comentario